Pequeñas acciones cotidianas pueden tener un gran impacto en la forma en que los niños y niñas descubren el mundo que les rodea
Es curioso cómo a veces los detalles más pequeños pueden marcar profundamente la manera en que los niños y niñas perciben el mundo que les rodea. Mi hijo pequeño, que va camino de los cinco años, tiene una fascinación inusitada por las rocas y los minerales. Desde hace tiempo, cada paseo, cada rincón de un parque o del patio del colegio, para él es una oportunidad de descubrir pequeños tesoros geológicos. Ha reunido varias cajas llenas de piedras que él mismo selecciona con el fervor de un científico en ciernes. A veces, le veo observándolas con detenimiento, comparándolas, como si ya supiera que cada una guarda una historia única.
Pero el otro día
llegó a casa especialmente triste. Había encontrado en el patio del colegio un
puñado de piedras que le parecieron dignas de su colección, las guardó en el
bolsillo de su babi con la emoción de quien guarda un secreto. Sin embargo, una
de las maestras que vigilaba el recreo, seguramente sin mala intención, le hizo
vaciar el bolsillo y devolver todas las piedras al patio. Imagino que, desde su
punto de vista, aquellas piedras no tenían más valor que el de ser simples
trozos de roca desperdigados por el suelo, pero para mi hijo, eran pequeños
trofeos de su exploración personal, una extensión de su curiosidad natural.
Esta situación me ha hecho pensar profundamente. ¿Hasta qué punto estamos, como adultos, influyendo en el modo en que los niños y niñas descubren el mundo? ¿Cuántas veces, sin ser conscientes de ello, apagamos su curiosidad, ese motor esencial que los impulsa a explorar, a formular preguntas, a intentar comprender lo que les rodea? Y, sobre todo, ¿por qué tendemos a priorizar acciones tan vacías como completar fichas que para ellos y ellas no tienen significado alguno?
Resulta evidente que la escuela juega un papel fundamental en la formación de los pequeños, pero, ¿no debería estar su principal objetivo en mantener viva la chispa de la curiosidad? ¿Cómo afectará a largo plazo el hecho de que en situaciones aparentemente triviales como esta, el mensaje que se transmite es que aquello que les apasiona no tiene valor? ¿Acaso no son precisamente esas pasiones y pequeños intereses los que nos definen y nos impulsan a lo largo de la vida?
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